Llevar las gafas bien graduadas es algo esencial. No solo para ver bien, sino porque unos cristales con una graduación incorrecta pueden ocasionar otros trastornos. Pero, claro, no siempre somos capaces de reconocer cuáles son los síntomas de que nuestras gafas estén mal graduadas, o podemos asociar algunos de éstos a otras cosas, sin saber que la raíz de nuestros problemas está en la graduación de éstas.

¿Cómo puedo saber si tengo las gafas bien graduadas?

Lo primero que hay que valorar es si se tiene una visión nítida y clara en ambos ojos. Si no fuera así, algo que es fácilmente identificable por parte de uno mismo, será necesario acudir a la óptica para que revisen nuestra graduación y, en el caso de que ésta se haya diagnosticado correctamente, para que comprueben que la graduación de los cristales se corresponde con la que necesitamos.
Pero, en ocasiones, puede suceder que ambos cristales tengan una graduación ligeramente inferior a la necesaria, tanto por error en la fabricación como por aumento en nuestro problema de visión, ya sea miopía, hipermetropía, etc.
En estos casos, los ojos realizan más esfuerzo para visualizar bien los objetos, y esto se traduce en una mayor tensión, lo que provoca cansancio, dolores de cabeza, mareos, enrojecimiento o lagrimeo. En el caso de que esto suceda con frecuencia, es probable que la causa sean unas gafas mal graduadas. Y, de nuevo, lo recomendable es acudir a una revisión, para confirmar si nuestra capacidad visual ha disminuido en los últimos tiempos o, si en caso contrario, son las gafas las que presentan algún defecto.
Hay que tener en cuenta que estos síntomas no son obligatoriamente producidos por unas lentes mal graduadas, y tampoco aparecen síntomas así en el cien por cien de los casos de mala graduación.

¿Es perjudicial para los ojos usar unas gafas mal graduadas?

El uso de unas gafas mal graduadas no es malo para los ojos per se. De hecho, la pérdida de capacidad visual se suele dar de un modo muy progresivo, y es algo que solo se identifica cuando se hace alguna revisión rutinaria o en casos como la renovación del carnet de conducir.
Las lentes mal graduadas no van a aumentar esa pérdida de potencia visual en los ojos, aunque sí que pueden afectar a otros aspectos de la salud, como hemos dicho anteriormente, más relacionados con dolores de cabeza, mareos o enrojecimiento.
Evitar estos malestares, con el fin de obtener un completo bienestar, sumado a una visión completa y precisa son las dos grandes razones que nos hacen recomendar siempre el contar con unas gafas graduadas de un modo adecuado.

¿Cada cuánto tengo que revisar mi vista?

No hay una regla estricta en este sentido y, sobre todo, depende de la edad de cada uno. Normalmente, a los niños y a los ancianos se les recomienda hacer una revisión de la vista una vez al año, ya que son las edades en las que pueden aparecer nuevos trastornos en la vista. En el caso de los adultos, los cambios en la potencia visual son menos frecuentes, por lo que el tiempo entre revisiones puede ser de dos años o incluso más.
De todas maneras, si crees que tu capacidad visual está flojeando, o tienes alguna duda con tus lentes, no dudes en acudir a tu óptica. No se tarda nada en hacer una revisión y, además, ¡es indolora!