Uno de los tópicos más extendidos sobre las gafas de sol es el de que solo sirven para el verano. Esto se debe a que es en estos meses cuando el sol luce con mayor plenitud y su luz nos llega con más fuerza.
Pero si pensamos en los primeros cristales oscurecidos de la historia, ni siquiera estaban pensados para este fin. Aunque no usaban propiamente unas gafas de sol, los jueces de la China del siglo XII ya utilizaban unas lentes ahumadas para ocultar su mirada y sensaciones ante los otros participantes en los juicios. Y los avances en el tintado de las lentes que se fueron haciendo en los siglos siguientes no tenían como fin la protección de los ojos, sino atenuar otros problemas de la vista.
No fue hasta principios del siglo XX cuando las gafas de sol se extendieron tal y como las conocemos hoy en día. A finales de los años 20 comenzó su producción en masa para hacerlas más accesibles y hasta los años 30 no aparecieron las primeras gafas polarizadas.

Por lo tanto, está claro que unas gafas de sol, aunque su nombre así lo indique, sirven para muchas más cosas que para protegernos del sol y, por lo tanto, tampoco son solo para el verano.

De todas maneras, si nos queremos centrar en su uso para protegernos de los rayos solares, hay muchos otros motivos que podemos dar para defender su uso en cualquier época del año.

  • El primer motivo es que, aunque los días sean menos calurosos, la radiación ultravioleta procedente del sol sigue presente. Y aunque estar expuesto a la luz del sol tiene muchos beneficios, también puede resultar perjudicial, sobre todo para los ojos. Para protegerlos de los rayos ultravioleta, las gafas de sol resultan realmente útiles en invierno.
  • El sol invernal es más molesto. Es verdad que hay menos horas de luz y que los días son más cortos, pero también hay que tener en cuenta que la altura del sol es más baja y nos golpea de un modo más directo, llegando a resultar incluso cegador, algo muy peligroso cuando se conduce. Afortunadamente, este efecto se puede atenuar perfectamente con unas gafas de sol.
  • Las gafas de sol resultan imprescindibles para todos aquellos que practican deportes de invierno. Estos deportes se llevan a cabo en entornos con hielo y nieve, donde la luz del sol se refleja con mucha más fuerza y puede dañar gravemente los ojos. Además, los deportes de invierno se suelen realizar a mayor altitud, donde la exposición a la radiación ultravioleta es más intensa que a nivel del mar. Y, por supuesto, las gafas de sol también pueden proteger ante posibles impactos o golpes, tan habituales en deportes dinámicos como el esquí o el snowboard.
  • El clima en invierno puede dañar los ojos, ya que, aunque las lluvias sean más habituales, también es frecuente que el viento tenga más intensidad y sea muy frío. Con unas gafas de sol nos podemos proteger del viento y evitar la sequedad de los ojos ocasionada por el frío invernal.
  • Y, por último, pero no menos importante, también tenemos que tener en cuenta la función estética. Y es que unas gafas de sol pueden lucir perfectamente en cualquier época del año y ser un complemento perfecto para nuestro look.

En conclusión, se puede decir que las gafas de sol tienen muchas funciones, y no sirven solo para protegernos del sol ni son solo para el verano.
Si aún no has probado a llevar unas gafas de sol en invierno, te invitamos a que lo hagas, y verás cómo tu calidad de vida mejora y tu salud te lo agradece.