En la época estival los problemas oculares se manifiestan con más intensidad que en otras estaciones del año. Durante los meses de verano, nuestra piel y nuestros ojos están mucho más expuestos a la intensidad de la luz solar que en otras épocas del año. La sobreexposición al sol aumenta en estos días, la sequedad del ambiente de hace manifiesta y los deportes acuáticos, junto con los irritantes del agua, son habituales en estas fechas. Por si esto fuera poco, las lentillas, el ejercicio al aire libre, las infecciones oculares y la irritación provocada por la arena y el humo de los locales nocturnos vienen a agravar el problema de las alteraciones de los ojos. Es entonces cuando pueden aparecer enfermedades de los órganos de la visión.
Causas frecuentes de problemas oculares
La playa: El agua del mar, por sí sola, no suele provocar infecciones oculares, a menos que exista una importante contaminación o desembocaduras de residuos cercana. Sin embargo, la alta concentración en sal puede resultar molesta para los ojos y provocar una conjuntivitis irritativa. En ese caso, se aconseja lavar los ojos con agua dulce después del baño y emplear también lágrimas artificiales.

Aires acondicionados: El aire acondicionado reseca el ambiente y. como consecuencia, también los ojos. Las lentillas en estos casos son un elemento favorecedor de esa sequedad. Si además trabajamos delante del ordenador y nos exponemos mucho tiempo a esta climatización, el problema aumenta. Para evitarlo, hay que utilizar colirio hidratante y parpadear a menudo.
Deporte: La práctica de determinados deportes al aire libre expone los ojos a agresiones producidas por el sol, el viento… lo que favorece la entrada de cuerpos extraños en los ojos (tierra, polvo, pequeñas partículas, etcétera), que pueden provocar irritaciones o dañar la superficie ocular. Cuando se practiquen deportes al aire libre en verano se recomienda proteger los ojos con unas gafas adecuadas.
El sol: La exposición prolongada o muy intensa puede provocar afecciones como conjuntivitis y queratitis, así como problemas graves como cataratas y alteraciones en la retina. Los ojos son veinte veces más sensibles que la piel a los rayos ultravioletas A y B; por ello se debe evitar la exposición prolongada al sol en las horas de máxima luminosidad o intensidad. La mejor forma de proteger nuestros ojos en estos casos es elegir unas gafas de sol adecuadas.
Infecciones oculares: El ambiente cálido es propicio para la transmisión de enfermedades oculares víricas o bacterianas. Estas infecciones son más frecuentes en contacto con el agua, sobre todo en las piscinas y agua contaminada, recomendándose el uso de gafas acuáticas para impedir el contacto del agua con las conjuntivas.
Consejos para una mirada perfecta
No te olvides del sombrero: El uso de sombreros y gorras de ala ancha ofrece una protección adicional muy efectiva. Son imprescindibles en las horas en las que la radiación solar es más intensa o en personas con los ojos delicados.

Emplea colirios hidratantes: Los colirios son productos lubricantes, lágrimas artificiales, etcétera, son muy útiles en esta época del año, ya que resultan de gran alivio en caso de sequedad o irritación ocular.
Ten cuidado con ciertos síntomas: Debes acudir al médico si observas dolores intensos e inusuales de cabeza, fotofobia (intolerancia anormal a la luz), lagrimeo, irritación ocular, dolor o problemas de visión. Lo mismo si presentas sensación de “chispazos”, manchas al intentar leer, o cualquier otra alteración ocular que no hayas observado antes.
Consume alimentos beneficiosos para la vista: Los alimentos ricos en antioxidantes como las frutas tropicales, los cacahuetes, las legumbres o el pescado reducen el riesgo de padecer cataratas, actúan como protectores de la luz y luchan contra los radicales más nocivos para la vista.