El oído es un órgano formado por distintas partes que, de manera simplificada, se encarga de transformar las ondas de sonido presentes en el aire en información que se traslada al cerebro, el cual queda encargado de interpretarla. Para comprender en profundidad cómo funciona el oído humano, es necesario conocer sus partes:
- Oído externo: está formado por la única parte visible del órgano, el pabellón auditivo u oreja, y el conducto auditivo, que conecta el pabellón con el tímpano, una membrana flexible que vibra al contacto con las ondas.
- Oído medio: se trata de un espacio lleno de aire en el que se encuentran los huesos llamados martillo, yunque y estribo, conocidos coloquialmente como “huesecillos”.
- Oído interno: la cóclea, compuesta de secciones llenas de líquido y semejante a un caparazón de caracol, es la parte principal del oído interno y se conecta al oído medio a través de la ventana oval, una membrana amplificadora. También tiene los canales semicirculares que intervienen en el equilibrio.
¿Cómo funciona el sentido del oído?
Ahora sí es el momento de desglosar cómo funciona el oído humano: las ondas de sonido que viajan por el aire entran en contacto con el pabellón auditivo y son guiadas a través del conducto auditivo hasta llegar al tímpano.
Los “huesecillos” vibran dentro del oído medio, amplificando el movimiento generado por el tímpano y trasladándolo hasta la cóclea a través de la ventana oval. El líquido de las distintas secciones de la cóclea se mueve con la vibración, estimulando las células ciliadas que se encuentran en esta zona.
Finalmente, se transforma la onda sonora en impulsos eléctricos y se envían hasta el cerebro. Para ello, el nervio auditivo transporta estos datos hasta la zona del cerebro que se encarga de procesar la información auditiva: la corteza auditiva.
Pérdida auditiva
Ya conoces cómo funciona el sentido del oído en profundidad, pero ¿sabes qué podría salir mal en el camino? Es importante conocer los cambios dañinos que se pueden producir en el funcionamiento del oído humano, para poder entender mejor el proceso de pérdida auditiva.
Existen dos tipos de pérdida auditiva: conductiva y neurosensorial.
- La pérdida conductiva afecta al oído externo y medio y puede originarse a través de infecciones, exceso de cerumen, la perforación del tímpano, colesteatomas o la otosclerosis.
- La pérdida neurosensorial se produce por alteración en el oído interno, fundamentalmente por la reducción del número de células ciliadas. Se trata de unas células extremadamente frágiles, que pueden desaparecer de forma abrupta o progresivamente cuando se ven expuestas a intensidades sonoras muy elevadas. Lo más grave es que, una vez perdidas, ¡no se regeneran!
Por ello, es muy importante prevenir la pérdida auditiva neurosensorial evitando ruidos estridentes y controlando el volumen de los dispositivos electrónicos, entre otros factores. Pero, ¿qué pasa cuando ésta ya se ha producido? Afortunadamente, existen soluciones para los diferentes grados de pérdida auditiva que facilitan la vida de aquellas personas que lo necesiten.
Soluciones para la pérdida auditiva
Los audífonos están pensados para compensar la perdida auditiva y recuperar la audición perdida. Estos aparatos imitan cómo funciona el oído y se adaptan a las necesidades de cada persona, teniendo en cuenta el grado de pérdida auditiva, la anatomía del oído y el estilo de vida.
De esta forma, para una pérdida auditiva reducida, un audífono intrauricular, casi invisible, puede devolver el sentido del oído a la normalidad. Para casos más avanzados, los audífonos retroauriculares son más adecuados. Se trata de soluciones muy cómodas. Los audífonos son resistentes y están disponibles en diferentes formatos, para poder escoger siempre la opción correcta, con aquella que te sientas cómodo y sin dejar de ser tu.