¿Alguna vez te has preguntado cómo percibe tu bebé el mundo que le rodea? La visión es una habilidad que también requiere un proceso de aprendizaje. Así, los ojos del recién nacido evolucionan rápidamente a medida que va desarrollando las destrezas necesarias para enfocar, moverlos con precisión y hacer que funcionen coordinadamente.

El recién nacido

Durante los primeros instantes de vida, el recién nacido se ve abrumado por todo tipo de estímulos visuales. El bebé presenta lo que se llama mirada auditiva: abre los ojos y gira la cabeza hacia el lugar de donde proviene el sonido. Sin embargo, aunque parezca mirar a un objeto o persona, todavía no ha desarrollado la habilidad de desplazar la mirada de un punto a otro y solo consigue percibir una distancia muy corta (20-25 centímetros).  La agudeza visual del recién nacido es muy deficiente. Casi el 80 por ciento de los niños nace hipermétrope y cerca de un 10 por ciento presenta defectos de refracción que requerirán corrección en años posteriores. Además, el niño solo ve en blanco y negro porque los conos responsables de captar el color todavía no se han desarrollado.

Los 3 primeros meses

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El bebé comienza a responder al movimiento y a centrar su atención en las caras. A lo largo de esas primeras semanas de vida, los lactantes recuperan la fijación mediante movimientos oculares rápidos o espasmódicos, pero no es hasta los dos o tres meses cuando la mayoría muestra una fijación central y realiza un seguimiento suave con la mirada.

Entre uno y dos meses, el bebé ya se queda encandilado con los rostros de sus madres, sigue con la vista una mano si entra en su campo de visión y dirige la cabeza hacia las fuentes de luz. Pronto sonreirá cuando te acerques. Hacia las diez o doce semanas comenzará a memorizar las caras y a seguir con la vista el desplazamiento de los objetos.  Además, su visión de cerca y de lejos se volverá más precisa. A medida que comienza a desarrollarse la visión del color, distinguirá primero el rojo y, más tarde, el verde, el blanco, el negro y el gris. En cuanto a la coordinación ocular, durante los primeros meses de vida, puede parecer que los ojos se derivan o se cruzan, lo que no deja de ser normal. Sin embargo, si un ojo se tuerce hacia dentro o hacia fuera constantemente, será necesaria una evolución.

De 3 a 5 meses

Entre los tres y cuatro meses, el pequeño ya cuenta con una visión binocular, distingue mas colores, enfoca sin problemas objetos a 40 centímetros de distancia e, incluso, mira su mano y juega con ella. La percepción de la profundidad, que permite calcular las distancias y la coordinación ojo-mano empiezan a desarrollarse cuando cumple cuatro meses. Hacia el final de este periodo, tu bebé comienza a estirar el brazo y tocar los objetos, algo que previamente solo pasaba por casualidad.

De 5 a 8 meses

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El control de los movimientos oculares y de las habilidades de coordinación ojo-cuerpo continúa mejorando. Alrededor del quinto mes, sus ojos ya son capaces de trabajar juntos para formar una imagen tridimensional del mundo y ver en profundidad. Además aunque su visión en color no es tan sensible como la de un adulto, ya se encuentra bastante desarrollada.

A partir del quinto mes, será capaz de hacer movimientos de presión con las manos, gracias a que consigue combinar lo que ve con sus capacidades motrices. A los seis meses la agudeza visual ya alcanza un estado “normal”. La mayoría de los bebés comienzan a gatear alrededor de los ocho meses de edad, lo que ayuda a desarrollar la coordinación de los ojos, las manos, los pies y el resto del cuerpo. De ahí la importancia de que los padres animen al gateo.

De 9 a 12 meses

En esta etapa ya coordina los ojos y las manos juzgando las distancias bastante bien y arrojando objetos con cierta precisión. Alrededor de los nueve meses, intentará ponerse de pie, hacia los diez meses, debe ser capaz de sujetar cosas con los dedos índice y pulgar. La conexión entre ojos, movimiento y memoria se fortalece a medida que el bebé se acerca a su primer cumpleaños. Durante todo ese tiempo, el niño ha experimentado mejoras considerables en sus intentos de hacer rodar una pelota, coger juguetes y llevarse a la boca alimentos, como trozos de fruta.

De 1 a 2 años

Hacia los dos años, la coordinación ojo-mano del niño y la percepción de profundidad deberían estar bien desarrolladas. A esta edad, los pequeños muestran un gran interés por explorar el mundo que los rodea, mirando y escuchando. Así, ya son capaces de reconocer objetos familiares y dibujos en los libros y se esfuerzan por hacer garabatos con pinturas o lápices.

Una salud visual que hay que cuidar desde el momento de su nacimiento, saber cómo detectar posibles anomalías en la vista de los más pequeños y así corregirlos y evitar efectos a largo plazo, es fundamental para mantener una visión óptima en los más pequeños.

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