Madrugón de las voluntarias de la Fundación ALAIN AFFLELOU para encarar una etapa que se presumía llena de contrastes. Cambios de paisaje, del frondoso verde del norte a los desérticos parajes del sur. Con parada obligatoria en el Bosque de los Cedros donde la temperatura apenas era de un grado aunque, eso sí, la abundante población de macacos amenizó la visita de nuestras ópticas que nos dejaron unas bonitas imágenes.
El viaje nos llevó a través de la cordillera del Atlas, donde las cimas nevadas llamaron la atención de los voluntarios, que quedaron impresionados ante los bellos paisajes por lo que pasaban. Mientras nuestras ópticas organizaban el plan de los próximos días, en los que comenzarán las primeras revisiones. Patri, del centro de ALAIN AFFLELOU de Fuengirola, reconocía que ya había leído las crónicas de años anteriores pero que, aún así, seguro que se sorprenderá. Algo que corroboraba Verónica, que a pesar de ser esta su segunda edición con El Desierto de los Niños, sabe que “cada año es diferente”.
Inma espera un gran recibimiento, pero no sabe cómo reaccionará al llegar mientras, por ejemplo, Eli sabe que será un esfuerzo importante, pero el cansancio será lo de menos, la alegría y el recibimiento será la mejor recarga de energía. Mientras Silvia, espera mimetizarse con la población local y enriquecerse también con esta gran experiencia. Aunque la más emotiva era Cristina, que cree que verá reflejada a su pequeña de dos años en los niños y niñas a los que atenderá mañana.
La expedición bordeó entonces las espectaculares Gargantas del Ziz, que hicieron las delicias de toda la caravana que en esos momentos paraba para comer. El equipo de la Fundación siguió entonces su camino con Erfoud como meta final. Última parada en el mirador del Valle del Ziz, un gigantesco oasis en medio del desierto, una vista privilegiada que disfrutaron nuestras voluntarias, previo a la primera jornada intensa de trabajo de mañana.