Mi bitácora: 17 de abril, Merzouga

18 de abril de 2019

Hoy me he despertado con una sensación extraña. Antes de abrir los ojos, a mi cabeza venían imágenes de las personas que hemos revisado en estos días. Repasaba sus casos una y otra vez, y no podía dejar de pensar en que si hubieran vivido en nuestras condiciones, sus afecciones visuales no se hubieran agravado tanto. Llegué a tener una sensación de rechazo hacia los lugares que habíamos recorrido. Si las condiciones no fueran tan duras, estas personas vivirían mejor…

Sin embargo, al levantarme y ver las dunas de Merzouga, esa sensación de rechazo se convirtió en una atracción. Atracción fatal e inevitable ante tanta belleza., – pensé –  ellos viven condiciones muy extremas, pero tienen este regalo diario que les ayuda a sobrellevar las dificultades. No sé si ellos piensan lo mismo, pero, yo al menos lo sentía así. Estaba deslumbrada por tanta perfección. Era incapaz de pensar en lo negativo que realmente existía en esas zonas.

Después de esta reflexión, tuve que darme prisa para alcanzar a mis compañeras. Tocaba revisar en Merzouga y éramos conscientes de que muchas personas de poblaciones aledañas se iban a acercar. Era un día muy completo.

Esta vez revisamos en una sala que nos cedió Mbarek que era el encargado de una organización local que ya había colaborado previamente con la Fundación ALAIN AFFLELOU y con El Desierto de los Niños.

Nada más montar todo el equipo empezaron a llegar las primeras mujeres. Una vez más nos sorprendía la calidez de la gente que venía. Erica nos comentaba lo cariñosas y agradecidas que eran las personas autóctonas desde el primer contacto con nosotras. Creo que nos sorprende especialmente esa actitud porque la hemos perdido en nuestro mundo civilizado en el que todo son exigencias y derechos. No nos damos cuenta de que somos unos privilegiados por todas las facilidades que disfrutamos.

La alegría del día la trajeron los alumnos de una escuela cercana. De entre 6 y 8 años iban acompañados de su profesora. Afortunadamente la mayoría de ellos no presentaban ninguna pérdida importante de visión. Sin embargo, estas revisiones son muy beneficiosas, como así lo reconocía la propia profesora charlando con Ana: hay momentos durante las clases en los que es difícil saber si el niño no entiende la lección, o simplemente tiene una pequeña perdida de visión que hace que no avance al ritmo normal. Además, Blanca y Abdel se anticiparon mostrando a los niños el mecanismo de trabajo con el optotipo para acelerar las revisiones.

Aunque en este día también hubo la otra cara de la moneda. El momento más duro fue la llegada de una niña, que conmocionó a todos. Su madre había recorrido los 400 kilómetros que separaban la ciudad de Meknes de Merzouga. La pequeña presentaba una grave degeneración del nervio ocular, y a pesar de que había sido ya operada dos veces en Rabat llegó para tratar de mejorar su situación. De nuevo nos volcamos con ella e incluso tuvimos la ayuda de Aitor, oftalmólogo que estaba participando en la caravana de El Desierto de los Niños. Desgraciadamente no se podía hacer mucho por ella, y como reconocía Eli: al menos se pudo aconsejar a la madre para tratar el dolor de la niña.

 Y seguimos revisando y revisando, ayudando y ayudando hasta alcanzar 440 revisiones en total en estos 3 días. 440 personas que tendrán una vida un poco más fácil. Mañana toca visita a Erfoud donde seguiremos nuestra tarea intentando revisar al mayor número posible de gente. Ellos lo merecen.

Firmado: Una Óptica Aventurera