Revisiones en plena tormenta de arena

21 de marzo de 2016

Hoy ha sido un día para recordar. Los voluntarios de la Fundación ALAIN AFFLELOU se han estrenado haciendo revisiones en esta edición de “El Desierto de los Niños” bajo una fortísima tormenta de arena. Han vivido emociones de todo tipo.
Tras partir a las ocho de la mañana de Boumalne Dades y recorrer 300 kilómetros de carreteras muy enrevesadas, han llegado a la una y media de la tarde al pequeñísimo pueblo de Om Lahdej. Allí les esperaban sus 70 habitantes con los brazos abiertos y el camión Aquarius con un montón de gafas y el imprescindible material técnico para realizar las revisiones.

Lo primero que han hecho es descargar todo en la casa social del pueblo, pero al comprobar que no había luz artificial, lo han trasladado a la escuela, donde se han encontrado con el mismo problema. Así que se han terminado instalando en una casa privada que disponía de lo mínimo necesario.
Dada la hora (aproximadamente las dos y cuarto) y la hospitalidad de los habitantes de aquí, los voluntarios han sido invitados a comer.

Sonia, de Valencia, se ha quedado impresionada “de lo amables que son.En todo momento se preocupan de que estemos bien, cómodos. Y la comida me ha encantado: un rico cuscús y una carne con verdura que picaba un poco, pero que estaba muy buena, ha sido nuestro extraordinario menú”.

De la llegada al pueblo, a María (de O Carballiño) lo que más le ha llamado la atención es que “los hombres nos recibieron muy amablemente, con los niños revoloteando entre nosotros, mientras las mujeres se quedaban en un segundo plano. Eso sí, las niñas son encantadoras, muy sociables, cogen confianza al instante”.
Y tras la bienvenida y la comida, era el momento de empezar las revisiones. Exactamente a las tres de la tarde, justo cuando se ha desencadenado “un tormentón de arena espectacular”.

Así lo define Lidia, quien nos cuenta que “nunca había visto nada igual, ni siquiera por televisión”. “Ha sido tan fuerte”, continúa nuestra voluntaria de ALAIN AFFLELOU en Santander, “que el viento ha abierto varias veces las ventanas de la habitación y ha inundado todo de arena”.
Pese a las dificultades, las revisiones se han hecho. Aproximadamente se han realizado 60: la mitad de ellas a niños y la otra mitad a adultos.

A Cecilia, de Deusto, le ha sorprendido que los niños más pequeños, “los que tenían dos, tres o cuatro años, estaban asustadísimos antes de empezar, con unas lloreras tremendas… se debían pensar que les íbamos a pinchar o algo así. Pero luego, cuando les hacemos las revisiones, terminan sonriendo y te dan unas muestras de cariño muy reconfortantes”.

A Marisa, de Vilanova, le ha pasado algo parecido, pero con un chico de unos 18 años: “el pobre estaba temblando; era la primera vez en su vida que se revisaba la vista y no sabía lo que le esperaba. Luego estaba más tranquilo y confiado, pero al principio hay que tener mucha paciencia”.

Rubén, de Mataró, también ha vivido su primera experiencia de revisiones como voluntario con mucha emoción, como todos sus compañeros. Y además nos ha hecho un pequeño análisis global de en qué estado se encuentra la vista de los habitantes de Om Lahdej: “los niños, en general, la tienen bastante bien. Sin embargo, los mayores tienen casi todos cataratas. Se nota que sus ojos aquí sufren mucho. Es una satisfacción ayudarles… o al menos intentarlo”.